RECUERDOS DE LA INFANCIA. (Recordar es vivir)
Recuerdos de la infancia se vienen a mi mente,
Los cuales con dulce agrado tengo aun presente,
Porque a pesar de que vivía humildemente,
Mí querida madre se esforzaba lo suficiente,
Para que no faltaran los frijoles, la tortilla y la comida decente.
Se arremolinan los recuerdos en mi mente,
Y al evocarlos un sutil deleite me invade instantáneamente
Porque al hacerlo le proporcionan a mi alma,
Tranquilidad y mucha calma.
Son alegría, son tristeza, nostalgia y melancolía,
Porque el mundo se reducía,
A la escuela, los juegos y mucha algarabía,
Y por supuesto a una que otra aventuría.
Como no recordar a la niña Chela la inquieta viejecilla
Que día a día echaba las tortillas,
Y como gran cariño ella me tenía,
Tortillas especiales siempre me hacia,
Y eran tan chiquitas, tan chiquitas que de juguete parecían.
En la casa de la esquina,
La niña Tancho diversos típicos vendía,
Pero lo que más yo pedía,
Era del rico chilate que a gloria me sabía.
Los domingos esperaba con entusiasmo y alegría,
Pues para ir al cine era el gran día,
Pero si antes a misa no asistía,
Salir a la calle no podía.
En la casa donde vivía,
Mi mamá una pequeña tienda atendía,
Y con denodada insistencia ayudarle me pedía,
Me gustaban tanto las minutas con jalea que hacia,
Y de vez en cuando el gavetazo. . . . . . . yo le hacia!.
De los juegos que jugaba la palomilla,
Habilidad manual todos requerían,
El trompo, el capirucho, el yo-yo y las chibolas sobresalían,
La güimba, la vuelta al mundo, la yorta y alguna que otra fantasía,
Eran los juegos que más nos divertían.
Como olvidar mi parque botánico de cada día,
Donde se respiraba aire puro bajo un sol que resplandecía,
Y en un ambiente de apacible armonía
El trinar de los pájaros se percibía.
Oh parque! Querido parque, testigo de mis andanzas,
Cuantos secretos contigo compartía,
Cuando en lugar de ir a clases,
En tu follaje me perdía,
Y en mi cómplice te convertías,
Cuando a una noviecita besos de azúcar le pedía.
Perseguía ardillas, insectos y alguna que otra mariposilla,
También le hacia a la arqueología,
Y las inquietas y alegres avecillas,
Me embelesaban con su grata melodía.
Extasiado contemplaba tus radiantes atardeceres,
Como se teñía el cielo de pintorescos y magníficos celajes,
Deleitándome con esos sencillo placeres,
Antes que la noche envidiosa extendiera sus negros cortinajes.
Disfrutaba la finca Modelo,
Disfrutaba el Campo Marte,
Donde practicar el futbol era un arte,
Y batear la pelota era un anhelo.
En las pozas de Apanteos, Sapoapa y los Milagros,
En medio del verdor y la frescura del follaje,
Mientras chapoteaba en sus claras y tranquilas aguas,
Me deleitaba observando a las aves que inquietas remojaban su plumaje.
Vamos a la estación, vamos a la estación!,
Era el grito entusiasmado de toda la cipotada,
Pues con mucha emoción,
Íbamos a ver al tren de salida o de entrada.
Las fiestas de Semana Santa con fervor se celebraban,
Era época de mucha paz y sincero recogimiento,
Los adultos en las iglesias oraban y oraban,
Los jóvenes asistíamos con respeto y arrepentimiento.
Las fiestas de mi pueblo, que maravilla,
Rebozaban de mucha pompa, colorido y alegría,
Habían típicos, muchas ruedas y algarabía,
Que se quedaron grabadas profundamente en el alma mía.
Un mar de diversiones,
Octubre nos traía,
Comenzaba el verano y también las vacaciones,
Terminaban las clases y libre me sentía,
Pedir más ya no se podía.
Elevar las piscuchas era la misión de máximos honores,
Aprovechando los inquietos vientos que octubre esparcía,
Engalanadas de flecos de múltiples colores,
Surcaban el cielo con gracia y maestría.
El corazón se emocionaba,
Cuando la navidad se aproximaba,
Era la época que más se disfrutaba,
Había luces y al Niño Dios se adoraba,
Y cuando a veces se podía un juguete mi mamá me regalaba.
Eran tiempos de sana diversión y alegría,
Y cuando a mis hijos se los refería con melancolía,
Con entusiasmo ellos me pedían,
Que les contara las peripecias que de niño yo hacia.
Recuerdos de mi infancia,
Se arremolinan en mi mente,
Me causan alegría y melancolía,
Y un suave y sutil deleite me embarga de repente.
Viajar en el tiempo quisiera,
Y vivir de nuevo esas experiencias,
Pues esas andanzas de niñez y adolescencia,
Profundas huellas dejaron en mis vivencias.
Me sentía cerca del cielo,
Me sentía tan cerca de Dios,
Con un ángel aquí en la tierra,
Como lo era mi mamá.
Chogui.